EDITORIAL
LA BELLEZA DE SER DIFERENTES
De a poco y como quién no quiere la cosa, parece, no todos, pero sí una buena cantidad de personas en el mundo, se van dando cuenta de la belleza que radica en la diferencia, en la paz y la armonía para con uno mismo y con los demás que nos aporta entenderlo, aceptarlo y disfrutarlo.
LA BELLEZA DE SER DIFERENTES
De a poco y como quién no quiere la cosa, parece, no todos, pero sí una buena cantidad de personas en el mundo, se van dando cuenta de la belleza que radica en la diferencia, en la paz y la armonía para con uno mismo y con los demás que nos aporta entenderlo, aceptarlo y disfrutarlo.
Ninguno de nosotros es igual al otro, podemos ser hasta parecidos, hacer algunas cosas de manera similar, emprender caminos que ya han sido transitados...pero siempre tendrán nuestro personal y único sello.
"Soy única e irrepetible" decía en voz alta hace varios años, respondiendo a una recomendación que me habían hecho en una escuela espiritual (no religiosa y vale la aclaración) de repetirlo hasta convencerme. Lo hice, debo decir, hasta que una persona me miró con desagrado cuando lo comenté como un descubrimiento realmente interesante y me dijo, con una ceja algo más levantada que la otra..."me parece muy poco humilde lo que estás diciendo" y yo que venía tan contenta, quedé medio arrugadita, como avergonzada de haber dicho semejante cosa. Después también aprendí, por suerte, acerca de la mirada de los demás y del impacto que puede tener o no en uno, pero ese es otro tema.
La cuestión es que pasaron los años y para caer en un lugar bien común, pasó mucha agua debajo del puente Artalaz (para hacerlo más regional) y encontré en esa frase la belleza que había intentado ver antes y no pude.
Muchos dicen que Dios nos hizo a todos distintos y que sino pongamos atención solamente en nuestras huellas digitales, porque es como demasiado explicar esta maravilla de ser únicos e irrepetibles sin que el otro nos mire medio de costado y con el cuerpo lo suficientemente tenso como para salir disparado. Los que se dicen ateos, podrán atribuírselo a la ciencia, otros a los extraterrestres y en fin, cada uno apostará a quién mas le resulte convincente...la cuestión es que todos llegaremos al mismo punto, todos, somos diferentes.
Y si pudiéramos tomar esa certeza, incorporarla con toda la magia que tiene y con todos las posibilidades a las que nos abre...otro sería el cantar.
Porque ser únicos e irrepetibles, nos lleva a querer descubrir que es lo que nos hace de esta manera, que habilidades, que dones tengo que son míos y de nadie más; nos conduce a querer saber cual es nuestra misión en esta vida y qué podemos aportar que nadie más puede. Al encontrar esas respuestas, descubrimos que la competencia con el otro carece de sentido porque todos tenemos algo único e irrepetible para ofrecer, porque no hay otra persona igual a mí y por lo tanto nada de lo que haga el otro podrá reemplazar lo que yo pueda hacer.
Dicen, por dar un ejemplo concreto, que hay tantas maneras de lavar los platos como personas que lo hagan, porque cada uno le pone su personal manera de hacerlo.
Entonces, ¿Por qué siempre estamos tratando de hacer lo que hace el otro?¿Por qué andamos preocupados y temerosos de que el otro pueda "robarme" mis ideas?¿Por qué tenemos miedo de perder un determinado espacio en manos de otra persona?¿Por qué hacemos tremendos esfuerzos por parecernos a otro, por hacer lo que otro, por tener lo que otro? Si es ahí cuando perdemos.
Ganamos en la diferencia, crecemos en la diferencia, evolucionamos en la diferencia. La diferencia es nuestro valor, nuestra fuerza, nuestro sentido de vida. Por eso somos únicos e irrepetibles, porque los caminos que vinimos a transitar nos pertenecen, la vida que vivimos es sólo nuestra y armada de acuerdo a nuestras propias elecciones que siempre serán únicas e irrepetibles. Es una gran responsabilidad saberlo, nos lleva a ser profundos, a mirarnos, descubrirnos y obtener eso tan magnífico que tenemos para ofrecer. Esa diferencia aprendida y gozada, nos hará libres y absolutamente felices, reconociéndonos y reconociendo al otro en toda su belleza como ser humano.
¿Es poco humilde descubrirnos en la esencia de lo que somos?¿O tal vez, lo mejor será mantener el silencio mientras trabajamos en descubrirlo?
"Lo dejo a tu criterio".
Poli Echevarría
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