Ha llovido en Colón, ayer, anoche, y buena parte del día de hoy. Ahora, en este momento, también llueve.
No es esa lluvia torrencial, es esa lluvia finita y constante, que para llovizna es mucho y para lluvia con todas las letras, es poco.
La cuestión es que llueve y me gusta la lluvia, siempre me gustó. Me gusta para salir a caminar y mojarme un poco, si es acompañada mejor, también para hacer cosas ricas y llenar la casa de aromas hogareños, para ponerme romántica y quedarme en la cama abrazada a quién amo, para comer tortas fritas y para todas esas cosas simples y absolutamente bellas que podemos hacer solos o en compañía en esos apreciados días de lluvia.
El campo necesita la lluvia, los animales, las plantas y nosotros también.
Pero...hay momentos en los que tenemos que salir, aunque sea fin de semana, algo se nos olvidó, tenemos que viajar, en fin, alguna situación se presenta y hay que salir....a pie o en bicicleta.
Entonces comienza la musiquita...tan,tan,tan,tan,tan,tan,tan,tan, tan,tan, tan,tan,tan.tan,tan,tan....tarará...tarará...tara.de misión casi imposible (por eso faltan algunos tan,tan).
Amo Colón y lo doy a conocer en sus mejores aspectos, pero hay una notable diferencia entre amar y volverse estúpidamente ciego.
Caminar y/o andar en bicicleta por esta hermosa ciudad los días de lluvia es todo un tema, las calles se vuelven imposibles, en muchos lugares las veredas no existen, los charcos abundan y en fin...el panorama se vuelve algo gris oscuro, a tono con el cielo.
Para no cansarlos con tantas palabras, aquí van las imágenes de los desafíos que enfrentamos transeúntes y ciclistas en Colón, cuando llueve.
No hay comentarios:
Publicar un comentario